Saber ponerse en el lugar de otra persona y comprender que cada uno de nosotros percibimos, pensamos, sentimos o creemos cosas distintas... complicado ¿verdad? Pues todavía más para las personas con TEA. Por otra parte, por medio del juego nos relacionamos con el entorno, aprendemos, nos socializamos y fomentamos la creatividad y la imaginación. Es importante conocer que, paso a paso, con pequeños objetivos y con pautas sencillas, el juego se puede enseñar a este alumnado. Destacando la importancia de la formación permanente del profesorado, os recomiendo estos libros de Anabel Cornago, Maite Navarro y Fátima Collado.